8 sept 2025

“¿Pensamientos guerreros, dices? ¿Preparados en la cabeza para contrarrestar a los oscuros cuando atacan? Qué curioso”.
                Brandon Sanderson, Viento y verdad, (El Archivo de las Tormentas vol.5).


Una chica joven, una adolescente cualquiera que espera en la parada del bus. Gafas de sol. Auriculares retro de color blanco. Cigarrillo en la boca y móvil en mano. Huyendo de la realidad con los ojos, con la boca, con los oídos, con los pulmones… a toda la velocidad que sus jóvenes sentidos le permiten.

    Después un hombre. Más que boomer, caminando por el parque, sombrero de paja, camisa de colores  y pantalones cortos. Bajo el brazo trae la prensa del día. No parece huir. Pero sí me resulta anacrónico.

    Yo, desde mi coche, esquivo el tráfico frenético de ese día. Ese día de septiembre en que los alumnos vuelven al cole y, ahora sí, se acabaron las vacaciones. 

    Cuando el tráfico me obliga o la señalización me detiene, observo los contrastes desde mi puesto de privilegio, desde la engañosa sensación de control que da estar al mando de un volante.

    Me pregunto qué está pasando en este mundo. Qué está pasando para que una adolescente no pueda mirarlo a la cara, ni siquiera por la mañana un día ocho de septiembre.

    ¿Yo fui así alguna vez?

    Así, no. Parecido, sin duda.

    Ahora tengo pensamientos guerreros. Ahora, sé prepararme para este mundo con el que llevo conviviendo más de cuarenta años. Y es ahora cuando sé que esta existencia, cada vez más ferozmente capitalista, necesita pensamientos guerreros. 

    Me concedo una tregua para seguir escuchando la radio, otra de esas costumbres de ¿boomer? Es Rock FM. El Pirata acaba su perorata sobre el grupo roquero de turno con: “y si tú también quieres ser (bla, bla) hazte del banco Santander”. 

    La conclusión es inapelable, señorías: Todo está en venta, hasta el corso más pintado hoy por hoy ya viste de Prada.

    La publicidad inunda los medios, excepto algunos donde te dan la opción de pagar para evitar esa publicidad, la zanahoria está servida. O compras, o compras. Si tienes más dinero, mejor paga por adelantado.

    Tierra a la vista. Ya no hay piratas de verdad. Se acabaron las revoluciones. Los limones no son amargos. A alguien debiera importar que haya 5000 niños que han empezado el curso en barracones, casi un  año después de la Dana en Valencia; a alguien importante que le debería importar, solo le motiva cantar en el karaoke su frustración política y ególatra.

    La política hace eones que se desvirtuó. Ya no hay una voz que avise del feroz capitalismo que nos contamina como un virus creado para humanos por humanos, más eficaz en su transmisión y voracidad que cualquier Covid. Ya nadie piensa acabar con ninguna casta, porque la casta acabó con cualquier alguien que se le opusiera.

    ¿Queda acaso una esperanza para salir de la depresión mayúscula en que estamos socialmente inmersos? ¿O he venido aquí solo para hacer catarsis de la frustración universal de la época posmoderna?

    Armemos, juntos, unos pensamientos guerreros.

    Porque sin lucha, y es una verdad como un templo, no hay revolución. 

    Levantemos, a una, un nuevo escudo, una espada nueva, una mirada más allá del móvil y una música que hable de libertad. Que empiecen a marchar los pensamientos guerreros, que nos saquen tendiendo puentes fuera del abismo de esta depresión social generalizada.

    No será fácil. El capitalismo sí que lo es, incluso para quien menos lo practica, hay un  hueco. 

    Si te metes ahí, tendrás paz. Una paz regada con miles de cadáveres por Europa y Oriente, desde Gaza hasta Ucrania pasando por Latinoamérica y Corea. Una paz maquillada por la sociedad de dos tercios y el estilo de vida americano.

    Es hora ya. Que la gente de bien alce la voz, para que la voz no se meta en la gente y la vuelva mala.

    Pensamientos guerreros y actos de valentía, unidos, quizá eviten que este mundo se hunda del todo. 

    Déjalos entrar, que no te arrastre el temporal.