27 feb 2013

A caballo o en cohete, entre Valencia y Nueva Jersey


 

Últimamente he llevado varias lecturas en ristre, no en vano me vicié en este hábito cuando estudiaba filología en la primera de las dos ciudades que dan título a esta entrada. Todas, curiosamente, tienen en común dos ciudades: Valencia y Nueva Jersey. A continuación mencionaré brevemente cada una de las obras que han ocupado mis horas de lectura -por lo común nocturnas- en las últimas semanas, y daré mi opinión personal, nada más lejos de una reseña o un análisis crítico. Mi intención es orientaros por si decidís acercaros a estas obras. La primera ciudad, por estricto orden cronológico de embarque, es Nueva Jersey, desde allí George R. R. Martin -con quien comparto una afición indolente por las "R." en el apellido- nos trajo a mediados de 2012 Danza de dragones, de la mano de ediciones Gigamesh en España. La quinta esperadísima entrega de su saga súperventas: "Canción de Hielo y Fuego". 

Desde la misma portada del libro el spoiler es evidente. "No pasa nada", me dije cuando comencé con la lectura, "con el elenco de personajes que ha reservado para este libro después de que el anterior fuese un baile de desconocidos y siesos, este libro huele a pepinaco, sí o sí". Mec, error. Si para mí supera holgadamente a Festín de cuervos (su predecesor en la saga), queda todavía muy lejos de las cotas de calidad de las mejores novelas de Martin, entre las que sitúo a los tres primeros libros de la misma saga. Llegado a este punto me pregunto, ¿está realmente centrado Martin en dejar una saga de fantasía para la posteridad, como la de Tolkien, o se ha convertido en un autómata de la máquina de fabricar billetes en que se ha transformado su obra?
Y si pregunto, es porque no lo tengo claro. El de Nueva Jersey ha desmostrado que es capaz de hacer obras redondas, a la altura de los mejores (lo hizo con El Sueño del Fevre). Sin embargo, he apreciado un claro devaneo desde que comenzó el boom de CDHYF: los libros se alargan en tramas que aportan bien poco, con nombres que a nadie le importan y acciones anodinas de los personajes que sí nos importan. Rellenar un libro con paja es todo un arte, y Martin parece que se lo ha aprendido. Hablando con colegas no faltó quien me dijo: "está moviendo sus piezas sobre el tablero". De acuerdo, pero son más de mil páginas para mover las piezas, con un escamoteo de la acción que por momentos hace que un libro de aventuras parezca una novela costumbrista de corte sentimental; para mí, es excesivo. Voy terminando: cuando llegue Vientos de invierno, no seré de los que corren a comprarlo... Aunque claro, me haré con mi ejemplar. Más de cinco años siguiendo esta saga han llegado a convertirla en una carrera de fondo que no pienso abandonar. 


De Nueva Jersey a Valencia, mi siguiente lectura fue XIII, libro de relatos de terror que alcanzan este número de gran tradición supersticiosa. Su autora, la escritora valenciana Montse N. Ríos, nos hace partícipe de un conjunto de historias donde la muerte aletea sobre cada uno de los personajes con endiablada efectividad. Mi relato preferido es el tercero, "El wendigo" donde hace su aparición este ser mitológico que da color a la hermosa portada, obra de la ilustradora Carolina Bensler.

 
El vocabulario empleado por el narrador es asequible, con algunas florituras estilísticas que sugieren un proceso de madurez que aún no ha sido culminado. En cualquier caso, es de elogiar la primera apuesta de Alupa editorial por una autora de la casa, a la hora de embarcarse en su aventura de género particular con el terror. Esperaremos a seguir la evolución de la joven autora de XIII, que promete. Entre los relatos destacados, "El príncipe de las nieves" y "Los ojos del mendigo", no te dejarán indiferente.




De Valencia vuelvo a Nueva Jersey, pero esta vez en cohete. Ese en el que vive uno de los maestros de la ciencia ficción actual: Richard Matheson. La antología Acero puro y otras historias, recoge algunos de los relatos magistrales de Matheson -trece, de nuevo-. Se hace eco, con un oportunismo harto comprensible, de la adaptación cinematográfica de "Acero puro". Matheson consiguió sorprenderme, envolverme en sus historias y dejarme al final con un regusto amargo pero tan real como puede resultar la vida misma. Su prosa es rápida y sencilla, pero posee unas cotas de calidad que siempre te llevan por el camino que el autor te marca, llegando hasta un final conmovedor. 

 




Algunos de los relatos más destacados, amén del de "Acero puro", que difiere sensiblemente en argumento del film, han sido: "El Examen", reflexión sobre la fecha de caducidad del ser humano; "El Ser", tensión en torno a un viaje de carretera que hará las delicias de los amantes de las road movie, y "Una manera de sobrevivir", reflexión sardónica sobre el acto de la escritura, la publicación y todo lo que ello puede conllevar. Gran acierto de la editorial Edhasa que nos acerca al señor Richard Matheson, toda una autoridad.

Y finalmente vuelvo a Valencia, donde por el momento me quedaré. De la mano de Dolmen me llegó la segunda entrega del detective muerto más vivo que conozco: Tom Z. Stone, "Let it be". J. E. Álamo nos presenta una novela negra ambientada en las calles de Valencia. 




Quienes ya leímos la primera parte (reseñada por quien suscribe para la web "Espada y Brujería"), tenemos la oportunidad de volver a disfrutar de la compañía de tan grandes personajes como Mati, el Sanguinario o el propio Tom con su comparsa, el inspector Garrido. Entraremos en La Coma, en El Carmen (conocido en el libro como "La Cloaca") volveremos una y otra vez al As de Picas, retozaremos entre tiroteos y seremos cómplices de la crónica de... ¿una muerte anunciada? Tendremos que esperar a la tercera parte para saberlo. El libro posee la misma lucidez en los diálogos a la que nos tiene acostumbrados Joe, unos personajes empáticos y una historia bien urdida.


Termino ya este viaje por las letras que últimamente me han acompañado... En Valencia, como os dije, donde ahora mismo me hallo en la lectura de "Némesis", de Juan Miguel Aguilera y Javier Redal. Afuera hace un día gris, pero al calor de la estufa la cosa cambia. 

Os deseo unas felices lecturas.